Sobre Conzencia

Conzencia nace desde el interés de transformar nuestra manera de enfrentar las dolencias físicas y emocionales que aquejan a las personas, entendiendo el bienestar como parte fundamental de la salud en base a un enfoque integrativo, preventivo y colaborativo con los pacientes. Este enfoque se basa en 3 conceptos fundamentales:

Medicina integrativa

Entendemos que, para abordar la dolencia de una persona, es necesario mirarla en su totalidad. Esto pasa por entender que, primero que todo, somos individuos, inmersos en un sistema familiar y social y, en segundo lugar, que nuestro cuerpo funciona de manera integrada, en donde cada sistema, órgano, glándula, mente, espíritu, se conjugan en un funcionamiento que, en su conjunto, se traduce en salud o enfermedad. Este enfoque integrativo y holístico dista de ser original: es el mismo concepto en el que se basan todos los sistemas de salud que existen y que han existido en el mundo desde hace cientos, incluso miles, de años (salvo el sistema médico tradicional occidental).

Adicionalmente esto se une con el concepto del tao. El taoísmo, que está impregnado en gran parte de la medicina holística, indica que “como es adentro, es afuera”. Si nuestro entorno está enfermo (por ejemplo, tenemos una mala dinámica familiar o no somos capaces de mantener una salud financiera), hay algo “dentro” nuestro que manifiesta el mismo síntoma. Por lo mismo, lo que le sucede al paciente en su día a día es, de alguna u otra manera, parte del síntoma que manifiesta en su cuerpo. 

Es por esto que es importante entender que cualquier solución de salud brindada, ya sea por terapias complementarias o tradicionales, involucra a un paciente que debe también hacerse parte de la solución. El estilo de vida de los pacientes es clave para perpetuar el bienestar que entregan las terapias. Así, como parte de las sesiones de Conzencia, se hacen sugerencias respecto a cambios actitudinales y de hábitos que son necesarios e importantes para sostener una salud realmente sólida. 

Nuestro cuerpo es energía

La sociedad entiende que todo lo que “existe” es porque es percibible por alguno de nuestros 5 sentidos y que todo aquello que no se manifieste en las 4 dimensiones que nuestro cerebro humano es capaz de percibir (3 dimensiones físicas + tiempo), simplemente no es real. Es en base a estos conceptos que se fundamenta la forma tradicional de abordar la salud y de entender nuestro entorno, sin embargo la neurociencia demuestra que nuestro cerebro funciona en base a heurísticas (formas abreviadas de entendimiento de las situaciones, las que no son necesariamente correctas) y matemáticamente se ha demostrado que la mera observación de un hecho lo transforma. Entonces debemos cuestionarnos ¿qué es real? ¿es solo lo que nuestros sentidos nos indican? ¿o hay algo que se escapa a nuestro entendimiento “humano”?

Comencemos pensando en lo que es nuestro cuerpo. ¿Es 100% sólido? La gran mayoría diría que sí: que existe un límite claramente delimitado por nuestra piel y que también posee líquido en su interior, pero que claramente es 100% materia. Si lo pensamos desde el nivel atómico nos damos cuenta rápidamente que esto es falso, ya que el 99% de un átomo es simplemente espacio en donde se mueven electrones en torno a un núcleo. Más aún, la tecnología ha permitido entender la composición de estos elementos a nivel sub-atómico y nos hemos sorprendido al descubrir que al hacer más “zoom”, se encuentra cada vez más energía y menos materia. Esto nos hace inferir que somos espacio y energía, y que la materia es simplemente una manifestación de esta energía, entonces ¿somos realmente sólidos?, ¿nuestro límite está en nuestra piel? Al entender que somos energía se hace evidente que la forma de abordar la salud y bienestar de las personas debe pasar por entender el equilibrio energético en ellas. 

Cuando se indica que “todo está conectado”, no se trata de un concepto metafísico. Es 100% real. Ese vacío intersticial entre nuestros átomos es parte del espacio que está también a distancia de nuestro cuerpo, y nos une con quien tenemos al lado y con todo lo que existe. A su vez todos los seres estamos unidos por la tierra que, por la fuerza de gravedad, nos mantiene anclados a ella. Esto también es consistente con el recién explicado concepto de taoísmo, haciendo evidente de que “como es adentro, es afuera” también.

Salud es equilibrio

La palabra equilibrio es clave y común a todos los sistemas médicos, incluida la medicina tradicional: la salud se encuentra en la homeostasis, es decir, cuando todos los sistemas se encuentran en equilibrio, balanceados. Es cuando ese equilibrio se perturba que comienzan, por ejemplo, a proliferar bacterias, virus y otros microorganismos. 

Una parte importante de nuestro cuerpo son bacterias, las que necesitamos para vivir, y son ellas las que influyen sustancialmente en su funcionamiento. Es por ello que actualmente se declara que el intestino es nuestro segundo cerebro, ya que administra gran parte de la producción de neurotransmisores y regula nuestros niveles hormonales, por lo que la calidad, cantidad y diversidad de la microbiota (universo de bacterias que existen en nosotros) determina incluso la calidad de vida emocional que tenemos. 

Manteniendo un cuerpo físico y energético armonizado y equilibrado, nos permite estar en un estado de salud y bienestar. Para ello es sumamente importante considerar dieta, estilo de vida y salud mental.

Conzencia entonces aborda el bienestar desde estos conceptos: 

  1. Entendiendo que somos un todo, compuesto de personalidad, emoción, cuerpo, órganos, mente, bacterias, fluidos, contexto, etc., y que nuestros hábitos, actitudes y decisiones determinan nuestra salud.
  2. Abordando el cuerpo energético, que refleja lo que sucede en el físico y a través del cual es posible prevenir enfermedades y sanar dolencias físicas, emocionales y mentales.
  3. Buscando llegar a un equilibrio, tanto en nuestro cuerpo, como en nuestra mente y entorno, entendiendo que esto es clave para lograr una salud y bienestar duraderos.

En un mundo en el cual existen cada vez más patologías crónicas, que la medicina tradicional solo propone abordar en cuánto a síntomas; en el que para cada dolencia hay uno (o varios) medicamentos que prometen sanar, dejando secuelas a veces irreversibles; en el cual se acude a centros de salud esperando recetas mágicas que se hagan cargo de resolver de raíz patologías sin tomar acción desde la prevención y en el que la salud se trabaja desde una hiper-especialización de profesionales, sin un enfoque integrativo, se ha tornado crucial un abordaje diferente.